La incertidumbre de la "nueva normalidad"

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La pandemia ha venido cediendo terreno ante una "nueva normalidad", que contrario a lo deseado en la primera parte de esta coyuntura global y en lo que llevamos de "postpandemia", no ha mostrado grandes cambios positivos al rededor del mundo...
Cada sector artístico y cultural buscó la manera de adaptarse a la coyuntura para así tratar de continuar, pues lo que rápidamente quedó en evidencia fue la fragilidad a nivel micro y macro de las industrias creativas y culturales (ICC) en Colombia y el mundo.
La baja o nula empleabilidad como consecuencia de las largas cuarentenas, los bajos índices de conectividad y acceso a tecnologías hoy más que nunca esenciales en un mundo altamente mediado por procesos tecnológicos, o la interrupción en la movilidad local y global que llevó a cancelaciones masivas, no sólo de eventos sino de todos los eslabones implicados en la cadena de valor, son entre muchos otros, ejemplos de lo que han sido los últimos años en las ICC y las dificultades por las que se ha tenido que pasar durante la pandemia...

En uno de los tantos eventos de carácter público para el fomento y reactivación de las actividades asociadas a las ICC, escuchaba al actual secretario de cultura en Bogotá, ser reiterativo en la palabra "madurez", haciendo referencia a que ya es hora que el sector artístico, cultural y creativo asuma una actitud más responsable y si se quiere "adulta" en cuanto a su estructura organizacional para ser verdaderamente entendidos como parte de una Industria con todo lo que esto implica.
Por otra parte, en un encuentro realizado a inicios de 2022 en el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo en Bogotá denominado "Seminario Internacional: Los públicos en la Post pandemia", varios de los expositores coincidieron en afirmar que tras sondear a sus públicos, notaron cómo el desinterés por la oferta cultural era algo que venía de antes y ha seguido hasta la fecha sin que la pandemia haya jugado un papel drásticamente determinante a favor o en contra ante la baja asistencia o consumo de los diversos productos culturales que encontramos a lo largo y ancho del país... 
Estos factores (profesionalización y participación activa de públicos) conforman las dos caras de una misma y compleja moneda que hasta el momento no se han logrado relacionar armónicamente -al menos en el contexto colombiano-, para así generar más y mejores resultados para todos los involucrados en la cadena de valor, viéndose suficientemente reflejado en una Industria cultural robusta o al menos con buen aspecto dentro del espectro social, representando una opción de vida digna para las actuales y futuras generaciones...

Tras una iniciativa conjunta entre MERCOSUR, UNESCO, BID, SEGIB y OEI, se creo el proyecto denominado Evaluación del impacto del COVID-19 en las industrias culturales y creativas, con el que se recolectó información respecto al impacto de la pandemia en la región iberoamericana entre julio y noviembre de 2020. Los resultados de este proyecto, se obtuvieron con la recopilación de datos mediante los sistemas de información cultural de los 11 países participantes con encuestas a trabajadores y empresas culturales, así como entrevistas cualitativas con representantes del sector. Se recopilaron y analizaron además 218 políticas culturales implementadas en los países objeto del estudio durante el tiempo en que se llevó a cabo la investigación...

Por referenciar apenas un dato (si desean, pueden revisar en detalle el documento siguiendo el enlace), la investigación arrojó que hubo "2,6 millones de puestos de trabajo en las ICC afectados y una estimación por trabajadores y empresas de perdidas en ingresos y ventas del 80%". Esto claramente significa un profundo deterioro en toda la cadena de valor, para el cuál nadie estaba preparado y difícilmente se logrará restablecer en condiciones dignas, al menos en el corto y mediano plazo, pues hay que tener presente que por fuera de estas estadísticas se encuentran muchas más personas y organizaciones que por su bajo o nulo índice de "formalidad", no se encuentran en el radar de los sistemas de información oficiales para las ICC como las cuentas satélite o cámaras de comercio entre otras. No obstante, el texto continúa afirmando que "A pesar de ser las primeras en verse afectadas, las industrias creativas y culturales (ICC) han sido generosas durante la crisis. Transmitieron mensajes de solidaridad y esperanza, promovieron el bienestar y la salud mental, y desarrollaron contenidos y entretenimiento, clave para la resiliencia de comunidades enteras", sin embargo, nada de esto fue realmente suficiente para dignificar estas prácticas y sustentar económicamente procesos que de por sí ya tenían estas y otras dificultades en su diario vivir...
Aunque la institucionalidad a través de sus políticas públicas promueve objetivos suficientemente claros y pertinentes en pro del desarrollo de las ICC, sigue estando evidente la brecha entre quienes hacen y viven la cultura y los sectores público, privado y mixto, pues los recursos dispuestos dentro del presupuesto nacional son generalmente insuficientes y para muchos casos resultan incluso inalcanzables, y por otro lado, los intereses corporativos no necesariamente incluyen o coinciden conceptualmente con algunas actividades artísticas, pues no siempre encajan dentro de los parámetros de "formalidad" necesarios para establecer alianzas estratégicas...
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Finalmente hemos vuelto a la presencialidad y para muchos ha sido un gran alivio, sin embargo, también es notorio cómo la realidad laboral se mantiene en precariedad y los hábitos de "consumo cultural" poco o nada han cambiado para beneficio de las ICC (salvo quizá, para el caso de los mega eventos y unas cuantas organizaciones)
En la oferta musical (que es el foco de este blog), un cambio relativamente positivo tiene que ver con los costos de boletería estancados por décadas, presentando un leve incremento pese a que  la economía en general aún no se ha recuperado plenamente y tampoco existe una cultura de pago o aporte económico imparcial a la oferta musical y artística local independiente, sin embargo, será muy bueno que esta tendencia al alza se mantenga en el tiempo y se pueda entender como una contribución fundamental a los procesos profesionales o en vía de profesionalización que deciden saltar al ruedo con todo lo que tienen para ofrecer...
Por otra parte, como aspecto negativo desde mi punto de vista, resulta cada vez más frecuente ver en espacios pequeños o medianos como bares o clubes nocturnos, -que valga aclarar, son los que brindan de manera permanente la posibilidad de circular por fuera de la burocracia gubernamental-, la programación de "tributos", en su mayoría de dudosa calidad y rigurosidad con la obras y artistas a imitar, siendo esta la opción aparentemente más "fácil" o "segura" de convocar asistencia y estimular el consumo de otro tipo de productos distintos a los musicales (alcohol y comida), ya que de otra manera no sería para nada sencillo sostener económicamente un establecimiento público de estas características, quizá porque resulta un poco más "atractivo" para las audiencias ofrecer algo que más o menos "conocen" (así sea por moda), pero restando espacio a las creaciones originales y limitando las pocas oportunidades de circulación que van resurgiendo de entre las cenizas, "malformando" aún más el criterio de los públicos (si es que esto existe de manera homogénea en un contexto como el colombiano), y proyectándose al largo plazo como un circulo nocivo, ampliando la fosa común a donde van a dar tarde o temprano, más o menos aparatosamente, todos los que elijen desarrollar su propia creación pero difícilmente cuentan con espacios de divulgación y un público suficiente que permitan garantizar el dinero requerido para cubrir costos y eventualmente dejar utilidad tanto a organizadores como, por supuesto, a artistas que son los que finalmente le dan forma a las veladas musicales...

Entonces ¿Cómo lograr un contexto laboral digno que se refleje en ingresos estables y calidad de vida acorde al contexto y las necesidades del sector en su cadena de valor?

Difícil responder... Vivimos en un sistema económico que plantea unas reglas de intercambio de bienes y servicios que nos afectan en lo personal y colectivo de manera constante, gústenos o no, seamos artistas u oficinistas, de ahí el interés de la institucionalidad por la "formalización" de los procesos creativos para que funcionen como empresas y no simplemente como iniciativas románticas que no ven más allá del mero acto creativo. El reto para artistas y creadores es entonces, adaptarse y comprender las dinámicas que hay de tras de cada expresión artística y sus implicaciones para lograr un desempeño cada vez más profesional, desde luego, si verdaderamente nace y es la intención. No será algo fácil de asimilar e incorporar, pero es el reto que en otras latitudes se ha logrado entender un poco mejor para que efectivamente se pueda hablar de una Industria Cultural que funciona...
También es importante que los demás actores involucrados en la cadena de valor, específicamente en los eslabones de divulgación y circulación, se abran a nuevas propuestas y generen distintas formas de cautivar a las audiencias y así relacionar a los creadores con los públicos en condiciones dignas...
De parte de las audiencias resulta fundamental contribuir con acciones simples pero necesarias, como escuchar la música independiente en las distintas plataformas digitales, comprar la música original o los distintos productos físicos que desarrollan los artistas en relación a su obra, asistir a los eventos con una actitud más colaborativa, sin con esto sugerir que obligatoriamente se deba aplaudir todo lo que se nos presenta así no resulte de nuestro agrado, pero teniendo el criterio suficiente para reconocer los esfuerzos que hay detrás (si es que en efecto los hay)...

¿Qué otras acciones consideran ustedes esenciales para seguir desarrollando las industrias culturales, específicamente el sector musical en Colombia y el mundo en estos tiempos de "nueva normalidad?



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