La pereza de evolucionar - DiAvLo


La pereza de evolucionar

Todo empezó como un simple ejercicio de clase. En 2024 me metí a un curso de producción musical con Berklee Online (vía Coursera). El trabajo final pedía un proyecto creativo. Lo que salió fue una primera maqueta: una melodía inicial, un par de acordes, una textura rara y un aire japonés minimalista que parecía más accidente que intención.

Y como suele pasar con las ideas que se le quedan a uno zumbando en la cabeza, no la dejé morir en un cajón. Al principio pensé en llevarla a otro proyecto donde tocaba batería, pero después de dejar ese proceso, decidí apropiármela definitivamente. La maqueta mutó y hoy se llama “La pereza de evolucionar”, mi quinto lanzamiento como DiAvLo.

Un invitado con filo japonés

Desde el inicio la canción traía un aire oriental. No era gratuito pensar en alguien que pudiera darle cuerpo a ese matiz. La respuesta me llegó rápido: Vastien Bravo, músico y gestor cultural bogotano, viejo conocido de la universidad y del estudio que tuve entre 2008 y 2018 llamado KPsuLA Laboratorio de Sonido, donde alguna vez ensayó con su banda de J-Rock (o Rock Japonés para facilitar la comprensión de lectura).

Vastien no solo vive el "J-Rock", también lo impulsa en la ciudad con conciertos y eventos que orbitan alrededor de la cultura japonesa y el anime. Así que era el indicado para sumar la guitarra principal en este tema: un aporte que no quedó como un simple adorno, sino como columna vertebral. Su interpretación es el filo melódico, el puente entre mis obsesiones sonoras y su energía puesta al servicio de la música.

Entre el peso y la sombra

La pereza de evolucionar” camina la misma senda de mis lanzamientos anteriores: Rock progresivo instrumental, oscuro pero vital.

En esta ocasión, las influencias musicales y estéticas se movieron principalmente entre The Cure, Ozric Tentacles, Porcupine Tree y Tool.

La instrumentación es sencilla y directa: batería programada, bajo eléctrico, guitarra eléctrica y sintetizadores. Nada de exceso de maquillaje.

El pensamiento detrás...

El título nació en una conversación con mi amigo Daniel García (sí, el mismo que escribió el texto de Haciéndonos mierda). Comentábamos cómo, frente a situaciones incómodas, solemos reaccionar con miedo, prevención o simple flojera. Esa resistencia a movernos, a cambiar, a dejar la zona de confort, nos asalta más de lo que quisiéramos aceptar.

De ahí surgió la frase: “la pereza de evolucionar” y me quedó sonando... Pero no quise quedarme en la queja amarga. Al contrario: reconocer esa tendencia es una forma de ponerla en evidencia. La vida no es un trámite que se aguanta; es una energía que empuja, que duele y reta, y que nos exige incomodarnos para ver de qué estamos hechos. La pereza existe, claro. Pero también puede ser combustible: un recordatorio incómodo de que, si no nos movemos, nos marchitamos en vano.

Vivimos en una época que presume de “progreso” y “evolución” a punta de selfies retocadas, rutinas optimizadas con IA y filtros que borran hasta la contradicción humana. Pero la verdadera batalla no está en el software, sino en el músculo interno que decide si damos un paso o nos quedamos congelados en la excusa perfecta.

Aclaro: no estoy satanizando la tecnología. Yo mismo me apoyo en ella —y bastante— para componer, producir y complementar mis ideas visualmente. Herramientas que, en vez de reemplazarme, me permiten avanzar sin esperar a tener los recuros financieros necesarios para contratar al “equipo ideal”. Así salió este trabajo: entre intuición, diálogo, colaboración y, sí, también gracias a las máquinas a lo largo y ancho de todo el proceso.

Para terminar...

La pereza de evolucionar” nació en un curso, creció en conversaciones de amigos y tomó forma final con la participación de un músico invitado y el respaldo de tecnología usada con criterio. Es cruda, oscura y un poco torcida, como todo lo que he hecho hasta ahora, pero con una intención clara: recordarme (y recordarle a quien la escuche) que confrontar la incomodidad es el único camino para moverse hacia adelante.

Porque sí: evolucionar da pereza. Pero quedarse quieto es como morirse lenta y aburridoramente…

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